La diseñadora nahua Isela Xospa lucha por recuperar su lengua con la editorial independiente Xospatronik

31/10/2019 - 12:00 am

Xospa busca revitalizar el náhuatl para las nuevas generaciones con proyectos de comunicación gráfica basados en una iconografía, que apela a la ternura y a los seres que resguardan la cultura en su comunidad.

Por Emiliano Castro Sáenz

Guatemala, 31 de octubre (EFE).- En Malacachtépec Momoxco, el nombre original náhuatl de la alcaldía mexicana de Milpa Alta, la diseñadora nahua Isela Xospa, que trabajó durante ocho años en la organización del archivo del cantante David Bowie en Nueva York, lucha por derribar estereotipos desde el arte y la comunicación gráfica.

Lo hace recuperando las raíces de su pueblo, el idioma y los colores a través de su editorial independiente Xospatronik, desde la cual revitaliza el náhuatl para las nuevas generaciones con proyectos de comunicación gráfica basados en una iconografía que apela a la ternura y a los seres que resguardan la cultura en su comunidad.

De niña soñaba con dibujar y trasladar esas caricaturas “kawaii” (lindo, en japonés) como “Hello Kitty” o las animaciones que veía en los canales públicos mexicanos a esa realidad que vivía como indígena al sur de la capital mexicana.

Pero no fue hasta que salió del país, luego de estudiar diseño en la Universidad Autónoma Metropolitana y de haber pasado una temporada en Inglaterra, que, al estar en Nueva York en contacto con personas de todo el mundo que refrendaban su cultura, se encontró con sus raíces.

Su abuela hablaba náhuatl y su mamá solo lo entendía.

“En solo dos generaciones se perdió el idioma y yo escuchaba a mis abuelos hablar en náhuatl cuando no querían que los niños nos enteráramos de cosas de adultos. Incluso recuerdo cuando mi abuela hablaba con sus amigos cuando íbamos al mercado y ahora eso ya no pasa”, narra en una entrevista para la Agencia Efe.

Isela vio cómo se degradó el náhuatl en Milpa Alta y cómo se perdió poco a poco la cultura; las mujeres dejaron el telar de cintura y esos colores de antes fueron suplidos por influencias estadounidenses y japonesas.

Milpa Alta era para los chilangos un sitio alejado, inconexo con la gran ciudad. Esa tierra productora de nopal y de maíz en un país orgulloso de sus raíces, “pero clasista y racista en muchos ámbitos”, reflexiona.

Nunca imaginó que en Nueva York, donde veía a mujeres japonesas en kimonos tradicionales hablando por celular, encontraría los fundamentos para asumirse náhua y además contaría con la posibilidad de colaborar en el archivo de David Bowie.

“Mis amigos y la gente en general me decía que yo no podía ser mexicana, que era algo más y yo sí me identificaba como indígena, pero no tenía contacto con mis orígenes”, cuenta.

En el café donde trabajaba preguntó a un cliente habitual si sabía de algún sitio dónde hacer una pasantía, a lo que éste contestó que consultaría a David… Bowie. “En México esas oportunidades solo se dan a gente con contactos o con dinero o con ciertos apellidos”, lamenta.

A la muerte de Bowie y con el cierre del proyecto de su archivo se cuestionó su futuro y lo halló en sí misma, en el diseño de esos telares que hacía su abuela y que ahora ha aprendido a hacer, en los colores de su comunidad y en el náhuatl.

Con su editorial ha publicado diversos libros infantiles, algunos de ellos para colorear, algunos de ellos acerca de personajes de Malacachtépec Momoxco y de las tradiciones que ella vio de pequeña.

“Ahora tengo fans, que son en su mayoría niños que me piden más historias”, apunta al contar el devenir de sus diseños: esos que, con estilo kawaii, reflejan al indígena náhua mexicano con figuras rectangulares y fuertes, gruesas y con colores estridentes, sin discriminación.

Además de pláticas en escuelas de diseño -“donde cuestiono que se enseñe primero el diseño sueco ‘bahaus’ que el nuestro, el mexicano”-, continúa creando y apostando por la difusión de sus contenidos en libros y en internet, una apuesta que la llevó a Guatemala a participar en el Festival Latinoamericano de Lenguas Indígenas en Internet.

De esa experiencia se lleva consigo “esa comprensión de saber que soy activista digital indígena. No soy hablante de la lengua, pero soy indígena y así me reconozco y hago trabajo de difusión de mis libros y diseños a través del internet”.

Con el objetivo de hacer un programa tipo Plaza Sésamo (como se conoció en México Barrio Sésamo) con sus muñecos y su arte para rescatar el náhuatl y la cultura nahua, Isela Xospa viaja de nuevo a internarse en su raíz, a “plantar semillas y curiosidad para seguir rescatando lo propio” y a reducir la brecha social de un país multicultural como el suyo.

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